Testimonios

R.M.Z

"Empecé a fumar cannabis con 14 años, sólo lo hacía de vez en cuando y siempre en compañía. Nos reuníamos todos, supuestamente, para jugar a las cartas, pero en realidad lo que nos llevaba allí eran las ganas de fumar. Aunque esto lo veo claro ahora, porque antes creía que controlaba. Me encantaba esa sensación de pasarnos el porro, me hacía sentir muy unido a mi gente. Años después, comencé a fumar a diario, sólo por las noches, para acabar, más tarde, fumando entre seis y ocho canutos diarios. Se que muchos pensareis que no es tan grave, que los porros no tienen tantos efectos perjudiciales como otras drogas, y puede que así sea, (aunque hay informaciones muy dispares al respecto), pero lo peor es verte convertido en su esclavo. Yo no concibo la vida sin cannabis, no se estar en mi casa sin fumar, ni tampoco en la calle. Algunas novias que he tenido se han acabado cansando de mi apatía, de verme siempre tirado en el sofá, metido en mi mundo, porque en ese momento me apetecía más eso que salir a cenar con ellas. He pasado largas temporadas desconectado del planeta, fumado, metido en mi casa y sin llamar a nadie, porque nada me motivaba más, ni ver a mi gente, ni cualquier plan, que estar fumado. Es verdad que no todo el mundo acaba así, hay quien puede ser más moderado, pero hay otros muchos, como yo, que no sabemos, no queremos o no podemos. Espero que este no sea nunca tu caso. No banalices la adicción psicológica al cannabis, puede ser igual o más fuerte que la de drogas aparentemente más peligrosas."

J.C.A

“La triste realidad es que era demasiado joven y me dejé llevar por las circunstancias y por qué no decirlo, por los amigos… A mis 17 años me veía allí plantada, inclinada sobre la mesa mirando aquel polvo blanco, “accedí a la invitación y esnifé mi primera raya de coca en aquella larga noche donde caerían los gramos a pares. Fue el principio de los 5 años que duró mi pesadilla, presa de mis mentiras, de robos de dinero en casa, de días sin aparecer ni dar señales de vida, de abandonar mis estudios, la culpable de los llantos y las penas de mis padres… Una agonía que mata en vida, pero es tu vida hasta que no decides lo contrario y quieres cambiarla.
Desear morir y morirte es lo mejor que te deseas cuando estás enganchado a la cocaína, no se puede vivir sin ella. ¿Alguien se imagina poder vivir sin aire? Los ataques de ansiedad te oprimen el pecho cuando te terminas la última bolsa, ya no hay más dinero pero necesitas más y más y más… Te desesperas, el corazón late con una fuerza descomunal, la nariz llena de sangre y heridas producidas por los cortes que genera la coca al esnifarla, no comes, no duermes, la depresión es tu pan de cada día… En el infierno se puede estar mucho mejor, creedme.
Ahora tengo 24 años, mi existir en este mundo ha cambiado desde que afronté mi enfermedad y abrí los ojos. Busqué el apoyo de mis familiares y ayuda en un CAD, junto con todos ellos y mis ganas de superación hoy puedo gritar que: SOY EX-COCAINÓMANA!!! Llevo 2 años y medio sin consumir y así me mantendré hasta el día que me muera porque mi vida vale más que ese maldito polvo blanco!!!”

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